viernes, 19 de abril de 2013

Materia gris, materia fecal

Joni se despertó con fuerte dolor de cabeza. Fue corriendo al cajón de medicinas, cogió el bote de aspirinas americanas que tanto le gustaba y se tomó dos pares. Quince minutos después otros tres pares. Joni seguía indispuesto. Fue al cajón de costura de su abuela, cogió un alfiler y se lo clavó en la sien para ver si podía ventilar un poco su cerebro. No funcionó. Se clavó otro en la otra sien, pero ahora parecía un marciano con dolor de cabeza. Se puso una canción de Iggy y empezó a escribir, pero su cabeza seguía creciendo a un ritmo vertiginoso. Optó por peinarse de lado. Pocos días después sus oídos se convirtieron en géisers. En casa de cariño le llamaron Yellowstone. Una semana más tarde, debido a la presión, un ojo le salió disparado contra la pantalla del ordenador,  así que empezó a jugar al ping pong mientras esperaba pacientemente que sus sesos se desparramaran definitivamente contra la almohada.

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