¡Clack clack clack! Sonaban las gotas. Se escurrieron suavemente por mi
espalda mientras intentaba colarme por el desagüe. Empecé con la lengua,
pero tuve que saborear todos los pelos de mi familia, que estaban ahí
desde nuestra llegada a Europa. Intenté con las orejas, pero escuchaba
las conversaciones de mis vecinos del quinto, que son unos marihuaneros y
siempre me han caído mal porque me apestan la habitación, y creo que se
la fuman verde. No había manera. ¿Un dedo? No pude. Tenía las uñas
largas y no pensaba mordermelas porque yo soy muy de cortaúñas. Me voy a
por la cámara para sacarme fotos de la polla flotando. Definitivamente
hay tres tipos de belleza: Con ropa, sin ropa, y mojados. ¡Pero qué fea
es una estría encharcada! Me encanta el amarillo mohoso que produce la
cortina de plástico. De este asqueroso, como cuando se le despegaba el
papel pintado de la habitación a Barton Fink. Qué sensación más rara
puede producir un pegamento, ¿verdad?
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